El hombre de la edad de piedra es muy posible que, por lo menos en el wpaleolítico, viviera aislado. Su familia no estaba solo formada por las mujeres y los niños sino por una cohorte de parientes y allegados, debió constituir un importante núcleo vital.
Eran necesarios tener muchos hijos para sentirse fuertes y protegidos, los peligros eran muchos y la necesidad de subsistir, acuciante.
Entonces apareció el conductor, el jefe que debía imponerse por su valor, por su inteligencia, y por su fuerza.
El hombre vivía de la caza, de la pesca y la recolección de frutas silvestres.
Para la pesca y las migraciones crearon los botes, hechos con el tronco de un árbol ahuecado, mientras que para la caza y la guerra inventaron el arco y la flecha, que solo serian reemplazados por las armas de fuego en el siglo XIV d. C. Habitaban en cuevas que les daban protección natural o en carpas de cuero.
Las condiciones de vida eran extremadamente duras, a causa de las glaciaciones.
Los hombres de la edad de piedra no sabían fabricar el fuego. Lo conseguían por causas naturales, se lo llevaban a sus hogares y lo mantenían. Más tarde descubrieron que lo podían fabricar con piedras de silex y frotando un palo
Descubrieron que la greda se endurecía al fuego, y con el tiempo aprendieron a fabricar objetos de cerámica (vasos, ollas, platos...). Gracias a sus inventos y avances, el hombre pudo dar un paso decisivo: empezó a producir sus alimentos mediante la agricultura y la ganadería; es decir, aprendió a domesticar y criar animales: ovejas, cabras, vacunos, y finalmente caballos.
El descubrimiento de los metales implica una división del trabajo. Las mujeres deberían de atender la fabricación de la cerámica, el mantenimiento del fuego, cuidado de sus hijos y al curtido de las pieles...
Mientras los hombres de la caza, defensa del poblado, de la obtención de los metales, la fabricación de armas...
La incipiente minería y las primeras forjas exigían una vida sedentaria.
No era posible vagar en busca de caza o de sustento porque las venas metalíferas estaban fijas en un determinado lugar. De ahí nacieron las primeras aldeas y las primeras plazas fuertes. Entonces se produjo una división en el género del mundo de los pueblos. Se diferenciaron los cazadores de aquellas que se dedicaban a la ganadería, al pastoreo, de los que prefirieron el cultivo del suelo, dando origen a la agricultura: cazadores, pastores y agricultores.
Eran necesarios tener muchos hijos para sentirse fuertes y protegidos, los peligros eran muchos y la necesidad de subsistir, acuciante.
Entonces apareció el conductor, el jefe que debía imponerse por su valor, por su inteligencia, y por su fuerza.
El hombre vivía de la caza, de la pesca y la recolección de frutas silvestres.
Para la pesca y las migraciones crearon los botes, hechos con el tronco de un árbol ahuecado, mientras que para la caza y la guerra inventaron el arco y la flecha, que solo serian reemplazados por las armas de fuego en el siglo XIV d. C. Habitaban en cuevas que les daban protección natural o en carpas de cuero.
Las condiciones de vida eran extremadamente duras, a causa de las glaciaciones.
Los hombres de la edad de piedra no sabían fabricar el fuego. Lo conseguían por causas naturales, se lo llevaban a sus hogares y lo mantenían. Más tarde descubrieron que lo podían fabricar con piedras de silex y frotando un palo
Descubrieron que la greda se endurecía al fuego, y con el tiempo aprendieron a fabricar objetos de cerámica (vasos, ollas, platos...). Gracias a sus inventos y avances, el hombre pudo dar un paso decisivo: empezó a producir sus alimentos mediante la agricultura y la ganadería; es decir, aprendió a domesticar y criar animales: ovejas, cabras, vacunos, y finalmente caballos.
El descubrimiento de los metales implica una división del trabajo. Las mujeres deberían de atender la fabricación de la cerámica, el mantenimiento del fuego, cuidado de sus hijos y al curtido de las pieles...
Mientras los hombres de la caza, defensa del poblado, de la obtención de los metales, la fabricación de armas...
La incipiente minería y las primeras forjas exigían una vida sedentaria.
No era posible vagar en busca de caza o de sustento porque las venas metalíferas estaban fijas en un determinado lugar. De ahí nacieron las primeras aldeas y las primeras plazas fuertes. Entonces se produjo una división en el género del mundo de los pueblos. Se diferenciaron los cazadores de aquellas que se dedicaban a la ganadería, al pastoreo, de los que prefirieron el cultivo del suelo, dando origen a la agricultura: cazadores, pastores y agricultores.